viernes, 5 de febrero de 2010

Escuela Nacional de Folklore: Treinta años de Historia y amor por el Folklore.


La Enafo cumplió treinta años. Sus alumnos reflexionan en torno a su historia y la escuela se proyecta en el nuevo milenio, dentro del contexto de una sociedad globalizada y como alternativa en el rescate de nuestras tradiciones.

Fred Chico Fernandez

Carlos Miranda se levanta a las ocho de la mañana. Tiene clases a las diez pero toma desayuno, hace uso de la ducha y después se prepara para su clase. Carlos camina seguro por los pasillos de la escuela Bio-Bio. Hace 29 años que asiste a la Escuela desde la Serena. “Son mis vacaciones dice”. Le quedan pocos años para jubilar, pero cuando hay una actividad relacionada con el Centro de alumnos se alza como si tuviera veinte.

La vida estudiantil de la Enafo no coincide con la administrativa, don Sergio del Campo Merello a las 7:30 ya ha recibido el pan, abierto los candados de la escuela. Don pedro Inalaf, profesor de Metodología de la investigación aparece con parsinomia en el comedor. Correcto sólo como él, saluda amablemente. Toma desayuno como si estuviera revisando cada una de las palabras que pronunciará en breves minutos. De pronto esboza una sonrisa amable y mientras entra don Sergio le saluda: “Buenos días, jefe”.

De fondo se siente la sonrisa de Herminio Robles inconfundible y estridentemente contagiosa, 28 años en la Enafo aunque estudiante desde sus inicios., ya en el año 1985 asume como jefe de matrícula: “cuatro o seis, éramos en principio. Yo era alumno igual que el resto, pero tenía amistad con el director antiguo Oscar Pérez Soto y eso me permitió asumir el cargo. ”

Herminio tiene la escencia del hombre “bueno” como si al mirarle y compartir sus risas no existiera ni el más mínimo sentimiento negativo en él. Con cada gesto y cada palabra acoge al que viene por primera vez, y del mismo modo tiene una sonrisa sincera para los alumnos antiguos. Muchos lo definen como “Herminio” el maestro de cabellos blancos que no necesita el cargo de Profesor para enseñar acerca de la vida.

Toca el timbre y comienza el primer bloque: silencio. Las palabras de don Pedro hacen ecos en el liceo, asimismo, las del profesor Fernando Escobar en “Armonía aplicada al folklore”. Música, teoría y pedagogía se respira en sus clases.

El almuerzo es una vorágine. Alumnos que corren por los pasillos, se traga porque a las 13:15 comienza “Danzas latinoamericanas” con Antonio Cortés, director del ballet de la Universidad de Concepción y desde hace 16 años indiscutible profesor del curso. En él se observa la pasión, disciplina, actitud y espíritu de trabajo. El Toño, como le dicen sus alumnos.

Enafo: La historia de enseñar folklore.

Cuando se abren las puertas del Enrique Molina a las nueve de la mañana el primer día de la escuela, una atmósfera diferente se apodera del histórico establecimiento. Los alumnos se saludan. Ha pasado un año para algunos desde la última vez que se vieron. Muchos ni siquiera han tenido contacto, pero el abrazo es tan fraterno como si no hubiese transcurrido un tiempo prolongado tras la separación. La Enafo tiene esa magia dicen los alumnos antiguos, como si el fin de semana pasado te despidieras y ya estás de nuevo compartiendo.

Asisten a la escuela grupos heterogéneos; tales como estudiantes, profesores de danza, profesores de enseñanza básica y media, dueñas de casa, secretarias, inspectores y todos aquellos motivados por conocer más, tanto de la música como las danzas de nuestro país. Durante dos semanas los estudiantes tienen clases de danzas folklóricas y tradicionales, expresión corporal, metodología de la investigación, guitarra campesina acordeón entre muchos otros cursos.

En este sentido son innumerables los investigadores del folkore nacional que en más de una oportunidad se han dado cita en la Enafo. Don Sergio del Campo (Cocheca), Director académico, recuerda a Oreste Plath, Raquel Barros, Manuel Dannemann, Patricia Chavarría, Amador Cárdenas entre una extensa lista que incluye a Sixto Cortés y Heriberto Mancilla.

Mención especial tiene este hombre amante de los caballos, el rodeo y la cueca para los fundadores Roberto Contreras Vaccaro, Antonio Vallejos Illanes y Oscar Pérez Soto. “Fueron ellos los que se juntaron, conversaron y dieron vida a la escuela. Formaron una corporación y aún hoy día Roberto nos acompaña con Panorama del Folklore Chileno. A pesar de una dilatada agenda, él se hace el tiempo para nosotros dice don Sergio con sus ojos expresivos tras una prominente barba blanca.

EL evento que más recuerda don Sergio es la celebración de los veinte y cinco años de la escuela “las bodas de plata ¿verdad? Dice con un acento de indescriptible orgullo.

“Se programó el año anterior en conjunto con el centro de alumnos. Se entregaron diplomas a los estudiantes que acreditaban su especialidad. Además de una serie de conferencias relacionadas con el folklore. El club de rodeo de Coronel organizó una fiesta huasa donde participaron los alumnos y profesores con juegos tradicionales, silla musical a caballo entre otras pruebas”.

Y prosigue en su relato: “Otra activad era la celebración del roto chileno el 20 de enero que no hemos podido hacer por no coincidir la fecha con la Escuela. Hacíamos pasacalles y un espectáculo en la plaza”.

La Escuela Nacional del Folklore en el Siglo XXI

Nuevos desafíos debe proponerse la Enafo. Si bien debe mantenerse su esencia, como la amistad y camaradería y el aprendizaje, los profesores y alumnos saben que el mundo actual requiere de aventureros aquijotados que se propongan pasar a estapas superiores. Ya no basta con difundir la danza y la música. Se debe transmitir el conocimiento científico que se ha ido gestando. La misma Escuela tiene diplomados en Folklore tras la presentación de monografías y tesis para el caso de alumnos que quieran acceder a las Especialidades: Folklore Musical Coreográfico, Folklore Chileno, Folklore aplicado a la Educación.

Se sabe que existe en nuestro país una gran demanda por formar grupos de aplicación o proyección folklórica. Al respecto Alejandra Carrasco Landero (ganadora del Festival de la leche y la carne) señala que cada vez debe ser la teoría la que debe ganar espacios en la formación de los alumnos enafinos; para diferenciar a quienes asisten a espectáculos por un gusto personal con aquellos que efectivamente hacen su contribución al estudio del fenómeno folklórico o están preocupados de difundir seriamente la cultura tradicional de Chile.

Nuevas generaciones de investigadores deben tomar la iniciativa para realizar trabajos en ámbitos inexplorados. Algunos ya empezaron como los profesores Fernando Escobar y Héctor Uribe con el libro “Guitarra Tradicional Chilena”.

Habrá que digitalizar los trabajos recopilados en treinta años de historia, buscar nuevas formas de difusión de la escuela, quizás a través de delegados en todo el país. Generar un movimiento que instale en el debate político y educativo nacional la implementación de un subsector de aprendizaje de folklore. Seguramente, y por ende habrá que reunirse y aunar criterios.

Algunos pensarán en organizar jornadas en regiones a través de un directorio representativo de todos los rincones de Chile. Es que la Enafo tiene su corazón en Concepción, pero el alma en el país entero. Así seguramente en veinte años más estaremos celebrando las bodas de ORO de una institución que sin duda es parte también de la historia del país.

El viernes último de cada versión, se realiza como es tradicional la gala de la Escuela en Anfiteatro de la comuna San Pedro de la Paz. Sólo dos semanas para mostrar en público el trabajo de profesores y alumnos. Este año con música en vivo. Con lo anterior se baja el telón y con ello se despiden los treinta años de la Escuela Nacional de Folklore ENAFO.

2 comentarios:

  1. que buena entrevista a una de las personas que han dado vida a la escuela felicidades

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  2. Grandes en folklore, maestros profesores conocimos todos.
    sandra I.

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